sábado, diciembre 14, 2013

Homeopatía, terapias energéticas y suedociencia en Cuba. Algunas opiniones y un libro del físico cubano, Rogelio Díaz Moreno.

Un interesante artículo con preguntas incluidas sobre la medicina alternativa entre ellas las “terapias energéticas” y la homeopatía encuentra asidero en un profesional cubano, Rogelio Díaz Moreno,  para escribir un libro titulado: El agua una polémica insoluble por naturaleza. Libro que no he leído y son de esos libros que no llegare a leer, pero que demuestra cuan desafiante es el pensamiento científico cubano actual. Dice el autor del artículo:
Rogelio Diaz Moreno
Su autor –Máster en Ciencias Físico-Nucleares y miembro por Crítica-Investigación de la Asociación Hermanos Saíz-, conocido en el ciberespacio también por su lucha sin cuartel contra el nuevo “Anteproyecto del Código de Trabajo”, el cual de resultar aprobado empoderaría a la emergente clase capitalista cubana dándole derechos exclusivos por sobre quienes trabajan, aparece acá como un luchador contra lo que él considera una pseudociencia: la homeopatía.
Las “terapias energéticas” son populares en Cuba y promovidas “desde arriba” como alternativa a la “medicina clásica”, pero Rogelio va una vez más a contracorriente.
Como es ya tradicional entre quienes militamos en Cátedra Haydée Santamaría / Observatorio Crítico (siguiendo el ejemplo de Mario Castillo, Míriam Herrera, Hiram Hernández, Jorge Luis Alemán y este entrevistador), Rogelio se llevó uno de los premios de no-ficción de la literatura cubana (el “Pinos Nuevos”), y un librillo suyo vio la luz acá en Cuba.
Se titula “El agua: Una polémica insoluble por naturaleza” y es una amena narración sobre cómo trabajan los científicos, a partir del supuesto descubrimiento en 1988 de la “memoria del agua” que parecía fundamentar la homeopatía, y su escandaloso desmentido posterior.
Nota Bene: Cuba posee empresas como Labiofam que desarrollan y comercializan medicamentos homeopáticos contra el cáncer. Me es difícil escribir sobre eso: mi papá murió de cáncer en enero. Aún recuerdo con cariño cómo yo iba a buscarle su veneno de escorpión diluido en agua con una fantástica proporción.
El cálculo de cuántas moléculas de toxina tocaban por pomo lo hice después de la muerte de papá. El dato de la dilución estaba en la etiqueta… Lo siento.
El texto de Rogelio explicita cosas parecidas a partir de “evidencias duras” y procedimientos científicos de rutina.
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